martes, 1 de marzo de 2016

MARIA AUXILIADORA

MARIA AUXILIADORA



HISTORIA DE LA DEVOCION A MARIA AUXILIADORA

Historia de la devoción a María Auxiliadora

En el siglo XIX sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón, llevado por la ambición y el orgullo, se atrevió a encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los gélidos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a acabar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.




Novena a María Auxiliadora

(Recomendada por San Juan Bosco)

1º  Rezar, durante nueve días seguidos, tres Padresnuestros, Avemarías y Glorias con la siguiente jaculatoria: "Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento" y luego tres Salves con la jaculatoria: "María Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros".
2º Recibir los Santos Sacramentos de Confesión y Comunión.
3º Hacer o prometer una limosna en favor de las obras de apostolado de la Iglesia o de las obras salesianas.


San Juan Bosco decía "Tened mucha fe en  Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estad persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente vuestros deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de vuestras almas. De lo contrario, os concederá otras gracias iguales o mayores".





María Auxiliadora y San Juan Bosco

Una historia sobre la total confianza de Don Bosco en los cuidados maternales de Nuestra Madre María


San Juan Bosco necesitaba construir una Iglesia en honor a María Auxiliadora, pero no tenía nada de dinero. Se lanzó, pero las deudas también se lanzaron sobre él. Para conseguir dinero en un momento en que no podía retrasar más los pagos, un día le dijo a la Virgen: 

¡Madre mía! Yo he hecho tantas veces lo que tú me has pedido… ¿Consentirás en hacer hoy lo que yo te voy a pedir?. 

Con la sensación de que la Virgen se ha puesto en sus manos, don Bosco penetra en el palacio de un enfermo que tenía bastante dinero pero que también era bastante tacaño. Este enfermo, que hace tres años vive crucificado por los dolores y no podía siquiera moverse de la cama, al ver a don Bosco le dijo: 

Si yo pudiera sentirme aliviado, haría algo por usted. 

Muchas gracias; su deseo llega en el momento oportuno; necesito precisamente ahora tres mil liras. 

Está bien; obténgame siquiera un alivio, y a fin de año se las daré. 

Es que yo las necesito ahora mismo. El enfermo cambia con mucho dolor de postura, y mirando fijamente a don Bosco, le dice: 

¿Ahora? Tendría que salir, ir yo mismo al Banco Nacional, negociar unas cédulas ¡ya ve!, es imposible. 

No, señor, es muy posible replica don Bosco mirando su reloj. Son las dos de la tarde… Levántese, vístase y vamos allá dando gracias a María Auxiliadora. 

¡Este hombre está chiflado! Protesta el viejo entre las cobijas. Hace tres años que no me muevo en la cama sin dar gritos de dolor, ¿y usted dice que me levante? ¡Imposible!. 

Imposible para usted, pero no para Dios… ¡Ánimo! Haga la prueba. 

Al rumor de las voces han acudido varios parientes, la habitación está llena. Todos piensan de don Bosco lo mismo que el enfermo: que está chiflado. 

Traigan la ropa del señor, que va a vestirse dice don Bosco, y hagan preparar el coche, porque va a salir. Entretanto, nosotros recemos. Llega el médico. 

¿Qué imprudencia está por cometer señor mío? 

Pero ya el enfermo no escuchaba más que a don Bosco; se arroja de la cama y empieza a vestirse solo, y solo, ante los ojos maravillados de sus parientes, sale de la habitación y baja las escaleras y sube al coche. Detrás de él, don Bosco. 

¡Cochero, al Banco Nacional! Ya la gente no se acuerda de él: llevaba tres años sin salir a la calle. Vende sus cédulas y entrega a don Bosco sus tres mil liras. 



Pbro. José Pedro Manglano Castellary